jueves, 6 de agosto de 2015

Centro de estudios poéticos de España





No me busquen

No me busquen
ya no hay un lugar para mí.
Me mata la rutina,
la soledad,
el amor perdido.

No me busquen
ni yo puedo encontrarme.
Las lágrimas nublan mis días;
la desesperanza es mi bandera.

No me busquen
nací para ser libre,
sin ataduras del pasado.
Necesito sentir el aire
una última vez.

No me busquen,
por favor, no me busquen

lunes, 3 de agosto de 2015

Nueva creación poética


Te reconocí

Te reconocí entre multitudes solitarias
ibas recordando un sueño añejo y manoseado
de desilusiones tardías que llegan con los años,
enseguida tomaste mi mano febril y ligera,
embriagada miré tus ojos forjados con un melancólico recuerdo
de esos que tejen los besos que se alejan
y en ese instante comprendí
que habrían lunas para nosotros
capaces de sacudir el espíritu en algún temporal permanente
que llegaría el día en que enredados ambos cuerpos
encontrarían la victoria en nuestro mutuo refugio
y comencé a creer en ti
a emanar una suave luz de esperanza
que vacié en el hálito de un susurro cadencioso
y resucitamos al amor perdido
extraviado quizás en qué antigua quimera
de trémulas pasiones constreñidas en su propio fracaso
y nos aventuramos a la vida,
haciendo de cada caricia una insondable travesía
la misma que nos llevó a encontrarnos
entre multitudes solitarias que escalaban al vacío
para lograr que nos precipitemos en el aire.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Poesía minimalista Chile


Darme

Ha cantado la vieja cloaca
En su risa trémula
De ahogadas desidias.

Sombrías, lejanas, conurbanas
Las voces rancias
De botellones evaporados.

Tautología:
Palabra, palabra, palabra
Y vuelve el soberano aliento
A hacer residencia en aguas incandescentes.

martes, 18 de septiembre de 2012

Cuento corto


EL TERCER TEMPLO

Hoy, en esta costa, ocurre algo sorprendente. Una luz se precipita hacia el bosque. Tomo la cámara de video y me interno en la espesura de pinos para recoger algunas imágenes. Por ninguna parte diviso algún rastro de fuego u otro similar. Cansada de mi infructuosa búsqueda, decido regresar a mi terraza para continuar con mis lecturas. Sin embargo, en la medida que avanzo, comienzo a sentir una extraña presión sobre mí. Un sudor helado recorre mi rostro y las manos me tiemblan. Acalambrado el cuerpo, pienso que puede ser alguna arritmia, pero no, estoy mareada, con ganas de vomitar, de rodillas y con las palmas apoyadas sobre las hojas que tejen el suelo. Levanto la cabeza y alguien me mira. Huyo por el bajo, entre las plantas acuáticas, indignada por los zancudos y la entrada de mar que me cubre hasta las rodillas. Sigo con mi ruta y me encuentro nuevamente con la presencia. Parece tener mi estatura, sus manos son pequeñas y viste una túnica clara, aunque en la oscuridad no logro ver bien el color. Intento alejarme, pero algo me paraliza. De espalda a ésta, me elevo sobre el piso hasta llegar a un lugar seco. Hay más gente en el lugar. El bosque de un momento a otro se ilumina y puedo ver sus caras. Ciertos rostros me parecen familiares. Los vi en sueños llamándome. Uno de ellos se atreve a hablarme en un dialecto desconocido, pero que logro decodificar:
―Para usted, hay un lugar donde puede estar, pero en ese sitio no hay cabida para los metzorá.
Lo interrumpo; deseo que me explique; el anciano continúa.
―El mundo como lo conocemos se acerca a su fin y hemos de levantar un tercer templo para recibir al mesías. La plaga del traráat pronto se dejará caer sobre la humanidad. Es una enfermedad misteriosa, los hombres, mujeres y niños se empezarán a despellejar hasta desvanecerse por completo. En un mes perderán sus corneas y vagarán en las tinieblas y al cabo de un par de meses sus tripas serán arrancadas por las bestias.
Era tan horrible el destino de los seres humanos que decido partir con ellos. Viajo en una especie de cápsula gigante que a gran velocidad se ve como una simple estrella fugaz. A estas alturas aún no entiendo por qué me llaman elegida. En un sector árido nos detenemos. Un tabernáculo se erige en la soledad del desierto. Me desnudan y visten con un hábito rojo.
―Pronto vendrá Hashem, por ahora, debes quedarte aquí en el altar.
Se retiran. De un momento a otro me envuelve la noche. Hace frío y un céfiro helado mueve mi cabellera. Durante horas permanezco en esta posición, ansiosa de conocer a Hashem. Siento pasos, dos mujeres con antorchas se acercan a mí. Una de ellas se llama Marya.
 ―Venimos a prepararte, debemos evitar que el tabernáculo sea contaminado con la impureza ritual producida por los flujos de vuestros líquidos reproductorios y que el pueblo sea dañado por la presencia física de Hashem. 
Me bañan con una sustancia aromática de los pies a la cabeza y cubren el tabernáculo con un manto blanco. Las antorchas han quedado enterradas en la arena.
 ―Ahora sólo debes entregarte a Hashem.
No conozco a Hashem, pero debo estar con él esta noche. Me cubre sólo el bálsamo. Una sombra se divisa a lo lejos. Puedo ver su desnudez en la medida que se acerca a las antorchas. Siento pudor por estar expuesta. Cuando logro ver su fisonomía sé que he estado antes con él. Acaricio su torso y nos recostamos en el tabernáculo como indicó Marya. Es un hombre extático, ambos nos sumergimos en el baile de nuestros cuerpos. Cierro los ojos y me abraza a contraluz. El aire se intensifica, la arena apresa mis ojos de manera violenta, no siento a Hashem, pero si las páginas de un libro titulado El tercer templo. Me incorporo de poco, recojo mi cartera, la cámara y me calzo las sandalias. Noto que perdida la puesta de sol sólo me queda regresar a mi casa para encender la chimenea. La luna anda errática en el cielo, acompaña mi caminata de manera hermosa. Ilumina la duna en su máximo esplendor. Deseo capturar su imagen en mi seguidilla, pero me sorprende en la pantalla de la filmadora el resplandor extraño de un cuerpo brillante cayendo desde el cielo.  

sábado, 15 de septiembre de 2012

Publicada en revista Avance Cultural Nº10


LAS GOTAS ENTRISTECEN EL PARABRISAS

Las gotas entristecen el parabrisas
mientras el calidoscopio paisaje
se dibuja serpenteante en las callejuelas
el chofer prende la radio
y la hondonada música
revienta en las membranas
¿a quién? digo ¿a quién?
¡a nadie le importan las letras!
a nadie
el ronco brío del viejo motor
me seduce, me llama aclamarlo
aquel viejo pulmoniento
que revienta con los cambios de ánimo
de un flemático conductor
la gente sube, baja, acrecienta, expande el cólera
del insano sujeto
alguien ha suplicado desde lo bajo
las miradas rezan por los abandonados
las ruedas rotan con singular apatía
me recuesto en mi asiento
en mi escuálido cuerpo
en cuyos puentes sanguinolentos
pululan las células
que portan el cantavoz
de la mayestática simpleza de lo corriente
que me arrastra
como el viento al paso de la bandurria
que me ha indicado el camino
componer es la palabra
que habita en la soledad del poeta.

Recientes

SIN IMPORTANCIA

No me importan las horas perdidas,
quien sabe en qué quimera
ni tampoco las hojas secas
que sacuden los árboles en otoño
mucho menos las brisa
que golpea insistentemente mi rostro,
la gente que transita en sus avenidas
me dejan nauseabunda.
He malgastado mi vida
así que sentido tiene llorar
por unos días, por unos meses,
por aquel perro que extravié
o el amanecer que no me despertó.
Lo único que me interesan
son tus manos,
tomando algún libro
sacudido del polvo de una vieja biblioteca,
la tasa de café
enfriándose bajo tus labios,
aquellos ojos de mirada profunda,
las frases extraídas de obras
que tan sólo tú conoces,
esa música que te apartaba del mundo
o la cerveza fría sobre la mesa
reconociendo en ti su mejor aliado
y porque me importas
prefiero que no estés a mi lado
aunque te extraño.


sábado, 21 de abril de 2012

Inspiración



















Oda a la poesía

Aquella que te conduce
cual corriente a sus peces
y se destila como manantial
por las fibras del poeta,
esa que conoce
las intenciones escondidas
que se anudan en el alma tinta
de una vieja lapicera.
Sensible, prodigiosa,
a veces un tanto presuntuosa,
mujer de muchos hombres,
macabra seductora.
Eres la serpiente
que se cuela en las entrañas
y se transforma en mi alimento,
mi luz, mi agua.
Vital en el ocaso
complaciente, delicada,
en ti mis horas pasan
sacudiendo hojas blancas.
Rebeldía de tiranos
trovadores y guitarras
que sería de la vida
si no hubiera poesía.

domingo, 8 de mayo de 2011

Crítica social




LOS PERROS VAGOS

Los perros vagos hacen una ronda
y golpean con sus colas a los transeúntes
el borracho en la esquina
zigzaguea con el viento
y un pan misericordioso
revienta en sus tripas.

El ejecutivo atraviesa sin mirarlo
lanzando una moneda al barro mientras camina
un perro muerde las sobras
del universitario que ha pasado;
el borracho muerde las sobras
de la vida que ha perdido.

Los sones de las campanas
anuncian la misa de la tarde
la gente limpia entra a ver un Cristo
el borracho se recoge en sus cartones
un perro le presta abrigo.

Los perros vagos hacen una ronda
por el olvidado, el hambre, el frío
la zozobra del aliento de los indigentes
la pobreza del alma de los ciudadanos.

Represión y poesía

PALABRAS DE UN POETA PRESO EN LA REPRESIÓN Y DE UNAS LETRAS PRESAS EN LA REPRESIÓN DE UN POETA.

Siento en las arpas del desvelo
el centellear del ensueño,
pero a mi memoria se teje
la maratón de una milicia
que martilla mi equilibrio
torturado por los recuerdos
imperecederos, implacables, discontinuos
que deja esta conciencia resquebrajada
ya no gobierno mis sentidos
y mis letras no son las que quiero…
¡es tal el sufrimiento
que veo al ebrio de cólera
suplicar por su vida!
mi fe nuevamente está tendida,
un cabujón es la represión
que se incrusta en las alhajas del alma;
umbrífera cita es la muerte
que hita unas sienes
que se resisten a la esquizofrénesis
de odiar, amar, erguir, sosegarse
¡añorar un pan añejo!
en la nostalgia de un poeta perdido
entre las fauces de un perro sangriento.

Poesías publicadas en Austral letras

SILUETA

Aquella poesía suelta
que se pasea por las rendijas del alma
así se mueve tu silueta
en las penumbras de esta habitación
y me deslizo tras tus pasos
como conmovido por un sueño,
mientras el velo de tu piel
me llama a seducirte
beso tus rasgos ennegrecidos
por la oscuridad de la noche
y siento que el calor embravecido
me abraza como la ola a su orilla
y me trago tu cintura
entre mis manos pasmadas
y me digo a mí mismo
como se pasea la luna desnuda
sin que el sol la haga suya,
mientras la cortina bate el viento
te deslizo sobre la cama
que ha sembrado de rosas sus pliegues
para recostarte en ella
y te llamo hermosa
por ser invierno, otoño, primavera,
verano ardiente
por quemar el temple de mis labios
y ser mujer a media luz.

lunes, 9 de agosto de 2010

Teatro escolar


















SANTA MARÍA DEL ALMA SALITRERA (OBRA DRAMÁTICA)
Ingrid Lobos

Escena uno

Un escritorio absurdo: por un lado, un pequeño saco de fichas, por el otro un gran saco lleno de monedas. El escritorio por el lado de las fichas tiene unas patas sostenidas con ladrillos y cajas, mientras que el lado que sostiene el saco de monedas tiene unas patas impresionantes. Un cuaderno y un lápiz en el centro del escritorio. Un fichero de oficina con algunos recortes de diario. Los trabajadores visten de blanco y los otros con ropas bien confeccionadas.

EL CONTADOR está lanzando una moneda como entreteniéndose para retrasar lo más posible el pago.

LOS TRABAJADORES comentan en voz alta lo que lee el más joven del grupo en el fichero.


MANUEL. ─¡Aquí dice que los trabajadores del otro lado se están movilizando, quieren marchar a Iquique!
(El resto de los trabajadores que estaban en fila, esperando a que el contador se dignara a pagar las fichas se acercan. Se miran entre sí.)
(EL CONTADOR se levanta de su silla y se pasea con las manos en los bolsillos con una actitud de aparente nerviosismo)
(EL CAPATAZ se abre paso entre la multitud y llega adelante golpeando la mesa)
(EL CONTADOR se acerca de súbito tras el golpe)

CONTADOR. ─No se preocupe que ya le tengo su dinero, tal cual me lo pidió el señor Thurston. A usted ya no se le cancelará más con el sistema de canje.
CAPATAZ. ─(Hablando en voz alta para que el resto escuche) ¡Que bien, porque harto sacrificio es aguantar a estos futres para que más encima me estén pagando con fichas! (se retira con el saco lleno de monedas)CARLOS. ─(Mirando al capataz que se retira) Con razón se empezaron a organizar los del otro lado, deben estar cansados de abusos como éste.
CONTADOR. ─¡Si no arman una fila no voy a atender a nadie hoy día y van a tener que esperar hasta pasado mañana, porque pedí este sábado libre.
VIEJO. ─¡Yo estaba primero! (Ganándose adelante y frotándose las manos)CONTADOR. ─(Sacando las fichas del saco) Tome ahí tiene sus fichas.
VIEJO. ─¿Cómo, sólo siete fichas? Esto es mucho menos de lo que recibí el mes pasado. No alcanzaré a terminar el mes.
CONTADOR. ─También fue mucho menos lo que trabajaste viejo zorro. El capataz dijo que estuviste casi una semana sin trabajar.
VIEJO. ─Pero me enfermé en la misma faena, todos me vieron.
CONTADOR. ─No es problema mío, yo pago lo que me informan y sin trabajo no hay pago. Ahora sálete de la fila que tengo que pagarle al resto.
(El viejo se retira cabizbajo y el contador reinicia su tarea)JUAN. ─A mí no se atreva a descontarme que este mes lo he trabajao completito.
CONTADOR. ─Gente joven como usted es la que necesitamos. Tome aquí tiene sus fichas.
JUAN. ─Yo no me quejo na`como otros que andan pendientes de puras tonteras pa`cagarse de hambre. Al que le tocó nacer pobre tiene que trabajar como pobre.
(Se retira enojado, mirando a sus compañeros de faena)CONTADOR. ─(Mirando fijamente al resto que rompió con la fila) ¡Y ustedes, por qué me miran así! Acaso no quieren cobrar sus fichas. (Los trabajadores no hablan ni se mueven) Entonces me retiro. (Se para de su silla y se lleva el saco con las fichas restantes)CARLOS. ─Tú no vai a ningún lao. (Lo jala de la camisa) Mejor corre a decirle al viejo Thurston que si no nos paga de aquí a mañana con dinero igual que al otro que liquidaste denante, nos vamos a ir a paro. ¡Escuchaste!
CONTADOR. ─Sí sí, sí, ya me quedó claro.
CARLOS. ─(Soltándolo de la camisa) mejor, mucho mejor.
(Moviéndose el contador del sitio rápidamente, la luz baja paulatinamente hasta disiparse. Comienzan y terminan los que quedan a coro el texto que recitan al unísono.)

“De la pampa he salido, para cobijar la avaricia de los hombres que someten a sus anchas al desamparado, aprovechándose de la desventura de los que hemos nacido pobres, para satisfacer con el cansancio ajeno las ansias de poder y riqueza aún a costa del sacrificio desmedido.

Escena dos


Sólo el vacío. En el centro están los mismos hombres apoyados unos con otros. A su alrededor las mujeres caminan acongojadas siguiendo el sentido de las agujas del reloj y hablando alternadamente.

MUJER 1. ─¡No tenemos que comer. Ya no hay nada para canjear en casa!
MUJER 2. ─¡Los niños tienen frío, las madrigueras de los roedores son más confortables que nuestras viviendas!
MUJER 3. ─¡Tengo que trabajar para ayudarte! ¡Debes autorizarme para hacerlo!
MUJER 1. ─¡ No! ¡La niña se me ha muerto!
MUJER 2. ─¡Sólo tiene ocho años, no lo entregues al capataz!
MUJER 3. ─¡He tenido que separarme de mis hijos! ¡Me pagan bien por cuidar niños ajenos!

(La luz baja lentamente, mientras se sienten ruidos de palas y golpes. De repente el ruido cesa y la luz retorna. Las mujeres se reúnen al costado izquierdo de los hombres y conversan)

MUJER 3. ─Carlos me ha dicho que sus compañeros están decididos a bajar a Iquique y que abandonaran la faena por la mañana. Dice que lo han convencido de hacerlo por mí y los niños.
MUJER 1. ─Temo por nuestros hombres si bajan solos, pero si los acompañamos con los niños estoy segura de que no se atreverán a acercárseles y arrestarlos.
MUJER 2. ─Eso está claro. Debemos motivar al resto de las vecinas para que acompañen a sus maridos en sus peticiones.
MUJER 3. ─Debemos llevar algo de comer, allá en Iquique no podremos comprar nada.
MUJER 1. ─Mi patrona es una señora muy buena, ella en secreto reniega del proceder de los negocios de su marido. Su madre es una vieja amargada que la casó con un hombre mayor, sólo por conveniencia. Dicen que su familia estaba arruinada y que vivían de las puras apariencias en la capital. Llegaron al norte tras el matrimonio. Estoy segura que la niña Sofía nos ayudará con algo.
MUJER 3. ─Debes hablar con tu patrona esta misma tarde.
MUJER 2. ─Yo no confío na` en esas señoritas de sociedad. Cuando se vea asustada igual va a tirar pal lado de los suyos.
MUJER 1. ─No sea desconfiada. Créame, es una mujer con ideas reformistas. Ha leído mucho de causas extranjeras. Yo no sé cómo su madre la casó con ese elefante enfermo.
MUJER 3. ─Pues, por eso, porque estaba enfermo. Si se muere se queda viuda y rica. Y con ella toda su familia.
MUJER 2. ─Bueno si es así habrá que confiar no más. En algo tenemos que sujetarnos.
MUJER 1. ─Hablaré con ella. Ustedes alcen la voz con las mujeres del pueblo, pero sin que se enteren los maridos. Cuando tengamos todo listo les decimos que iremos con ellos, aunque se opongan.

(Las mujeres se separan y caminan a paso ligero por distintos lados, mientras las luces se extinguen del todo lentamente)

Escena tres

En el fondo se proyecta la imagen del desierto. Dos trabajadores del salitre han terminado su faena y están de pie en el centro del escenario, sosteniéndose el uno con el otro. Sus palas yacen en el suelo. Tres intérpretes cargan con utilería y trapos, ingresan a escena a romper con la quietud inicial.

MANUEL. ─No podemos seguir aguantando que nos tengan trabajando de sol a sombra, sin comer en toh el día poh señor.
JUAN. ─Y que quieres que hagamos, si tenemos que trabajar para alimentar la casa o ¿creí que somos señoritos para echarnos en el sillón?
MANUEL. ─Mira como está este hombre, viejo y cansado. Ha dedicado su vida al salitre para que el patrón nos pague con fichas.
JUAN. ─Dedícate a lo tuyo, deja a los futres que no tienen na`que hacer que se dediquen a arreglar el mundo.
VIEJO. ─(Se acerca) ¿Y qué piensas hacer muchacho para cambiar esta realidad? Yo he dedicado años a esto y no hay quien haya hecho nada por nosotros.
JUAN. ─Este leso cree que las autoridades van a considerar sus peticiones.
MANUEL. ─(con ánimo alentando a sus compañeros) Yo sé que si nos unimos y bajamos a Iquique, lograremos avances en este tema. En otros lados he escuchado que los trabajadores forman sindicatos y se organizan cuando quieren reclamar algo y los escuchan.
JUAN. ─¿Tanto así es?
MANUEL. ─Sí, tienen que confiar. Mañana detengamos la faena y nos vamos a paro no más. Hay que hacer presión en las autoridades. A ver si al Montt ese le va a gustar que se hable de huelgas en el norte.
CARLOS. ─Yo te apoyo en todo amigo. (Enardecido) Desde chico he visto como a mi paire el capataz del patrón le rompía la espalda a latigazos cuando no podía seguir trabajando por la edad.
MANUEL. ─Me pondré en contacto con los demás trabajadores esta misma noche. A ver si alguien se atreve a callar nuestras voces. Debemos seguir con el plan, mañana nos paramos y bajamos a Iquique como lo habíamos planeado. El que quiere que se una.
MUJERES. ─ (Desde lejos se acercan las mujeres lentamente, llamando a sus hombres) ¡Carlos! ¡Manuel! ¡Juan!

(Los hombres toman sus palas, hacen una señal de despedida y se retiran del escenario con sus mujeres, mientras bajan las luces del escenario)

Escena cuatro

Las luces son tenues. La imagen del desierto vuelve a proyectarse en el fondo. Los hombres y las mujeres caminan al mismo ritmo por el escenario. Las mujeres llevan en sus manos canastas y lo que podrían ser niños envueltos en mantas. Mientras caminan suena de fondo la canción “Vamos mujer”. Cuando finaliza la canción se recuestan en el suelo y las luces se apagan por completo.

Escena cinco

Retorna la luz del escenario. En el fondo se proyecta la imagen de la escuela Domingo Santa María de Iquique. Los trabajadores y sus mujeres continúan recostados. Irrumpe en escena el capataz y el que podría ser un comandante del ejército, rompiendo con la tranquilidad primera. Miran a los tendidos desde una esquina del escenario.

CAPATAZ. ─Aquí deben estar entre los dormidos los que andan alentando a las masas a movilizarse y abandonar sus trabajos.
MILITAR. ─Llamaremos a los dirigentes y cuando salgan abriremos fuego al instante.
CAPATAZ. ─A desgraciados como éstos, malagradecidos, no hay que darles tregua alguna. Rompa fuego contra todos no más.
MILITAR. ─Tenemos instrucciones de no abrir fuego a menos que sea necesario contra la multitud. Debemos respetar las órdenes de Santiago, sólo los dirigentes.
CAPATAZ. ─Bueno, entonces yo lo ayudo a reconocer a los futres que andan alentando a los hombres de la calichera de mi patrón pa`que no se escapen. No quiero mierdas de vuelta en la pampa.
MILITAR. ─¡A ver los dirigentes, que salgan! ¡En Santiago quieren saber sus peticiones!
MANUEL. ─(Incorporándose al instante) ¡Despierten! He escuchado que nos llaman afuera, quieren saber cuáles son nuestras exigencias. ¡Carlos! ¡Juan! ¡Acompáñenme!

(Caminan tres pasos y comienzan a pestañar las luces y a escucharse ruidos de rifles. Los tendidos se levantan y comienzan a correr por el escenario desesperadamente, gritando. Se genera un verdadero desorden y uno a uno empiezan a caer bruscamente al suelo. Sólo queda el viejo de rodillas, tapándose los oídos con ambas manos. Cuando cesa el ruido de rifles y la luz deja de pestañear, observa la mortandad que lo circunda, mientras el capataz y el militar se retiran. Se apronta a recitar un texto)

“Se habló de trescientos cadáveres, aunque quienes fueron testigos de esta matanza despiadada e injusta hablaban de más de mil. No hubo cajón ni santa sepultura para estas almas. Niños, mujeres y hombres quedaron tendidos eternamente y fueron transportados en carretas como cosa desechable. La escuela Domingo Santa María fue su refugio y tumba. Sus cuerpos fueron acribillados para servir de ejemplo, pero su fin no fue más que el inicio de una larga lucha que vio resultado, ganándole a la fatiga, el hambre y hasta la propia muerte”.

martes, 27 de julio de 2010

Escrita en viaje

BUENOS AIRES

Buenos Aires
te miro
en tus callejuelas
vestidas de tango,
café, milonga,
en aquellas luces
que tejen las avenidas
esas luciérnagas de sueño
que enloquecen al forastero.
Desde Corrientes
camino a Florida
engalanada de ventas,
florestas y alfajores
y desde la Casa Rosada
se pintan multicolores
las gentes que transitan
en sus plazas, catedrales.
Saboreo la hierba
de tu mate familiar
aquel que me recibe
con sutileza tibia
y en la tranquilidad de la noche
me llamo bienvenida
esta es tu ciudad
esta es Argentina.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Leído en radio poética de Madrid



La tierra se estremeció
y de temor
no vio que traía
en sus entrañas un jote
cuyas alas sacudían con fuerza
a los hombres que dormitaban
y aleteando como enfermo
contagió también las almas,
arrasando no sólo sus valores,
sino también sus esperanzas.
Luego el mar lleno de cólera
quiso castigar la tierra
prometió abofetearla
por haber dañado a los hombres
sin saber que él mismo
cómetió un error imperdonable
al ahogar las ilusiones
de pescadores cansados.

De las fuerzas que sostienen Chile
sólo Dios protege el sueño.

(En recuerdo de las víctimas fatales. Marzo, 2010. "De las fuerzas que sostienen Chile")

lunes, 24 de agosto de 2009

Trabajando...

Les cuento que estoy trabajando en una nueva obra. Llevo tres capítulos de "El Óvalo", una historia del mundo maravilloso que cuenta las aventuras de un joven ladrón que vive en un pueblo de las montañas de Jutlandia. El trabajo lo está revisando Teresa García, de la Mesa de Literatura del Consejo Regional de la Cultura y las Artes y hasta el momento ha tenido buenas críticas.

viernes, 20 de febrero de 2009

Poetas del Mundo

Poetas del Mundo es una página web que recoge los mejores exponentes de la poesía contemporánea en nuestro tiempo. En ella, podrás encontrar autores de todas las nacionalidades. Para comenzar tu búsqueda sólo debes hacer click en el continente de tu escritor y luego buscar su país de residencia y listo.

Esta página se enorgullece de contar con la presencia de reconocidos poetas que figuran como embajadores y embajadores honorarios entre los que encontramos en América: Manuel Lozano, Argentina; Francisco Azuela, Bolivia; Thiago de Melo, Brasil; Jorge Etcheverry, Canadá; Bella Clara Ventura, Colombia; Paola Valverde Alier, Costa Rica; Juana García Abás, Cuba; Simón Zavala Guzmán, Ecuador y Nicanor Parra para Chile.

Puedes acceder a esta página a través del siguiente link: